PIELES
Un recorrido posible (fragmento)
En el Museo hay paredes que se pueden doblar y que nos invitan a realizar un paseo por su interior. Así lo podemos observar al contemplar la obra titulada Rotura del artista Domingo Díaz Vega. A la sombra de la piel del muro descendemos a cobijos menores, al seno mismo de la poética del espacio. La pared entreabierta nos revela las briznas negras de un paisaje mágico, la intimidad profunda del muro cuya piel no resiste tanta tensión y cede. En una ensoñación inevitable nos introducimos entre la piel y el muro para habitar los resquicios que nos conducen a las dolorosas aguas que sacian la sed del artista. El hombre es también un ser entreabierto que roe y devasta pero que necesita embriagarse con el peligroso líquido que moja las violetas bajo los cielos falsos.
La oscuridad que descubre el maquillaje del muro adherido a la piel que no aguanta nos trasmite su silencio interno, el silencio del cielo sin luna. Sumergirnos en la penumbra del muro es morir, casi, en manos del mundo, como un baño de mar a media noche.Domingo Díaz Vega con Rotura abre los límites de la sala al universo de la ensoñación poética, de la embriaguez y tal vez de la perversión y la locura. Hay panes de luz en la alacena debajo de los manteles, detrás de los paramentos, en las rendijas de las maderas. detrás de las paredes esta todo el mundo, pero antes de llegar a él debemos atravesar el universo del subconsciente que se encuentra entre lo interior y lo exterior y que configura la piel de las cosas. El color negro que deja ver el artista tras la piel que se dobla tiene profundidad y sombras en las sombras. La pared del museo parece adquirir la flexibilidad de una hoja de papel y en su curvatura no permite albergar pinturas ni dibujos. La pared en la sala no sirve ya de soporte para una imagen añadida porque ella ya es poética por si misma.