PIELES / CLARA MUÑOZ

[:es]PIELES

Un recorrido posible (fragmento)

En el Museo hay paredes que se pueden doblar y que nos invitan a realizar un paseo por su interior. Así lo podemos observar al contemplar la obra titulada Rotura del artista Domingo Díaz Vega. A la sombra de la piel del muro descendemos a cobijos menores, al seno mismo de la poética del espacio. La pared entreabierta nos revela las briznas negras de un paisaje mágico, la intimidad profunda del muro cuya piel no resiste tanta tensión y cede. En una ensoñación inevitable nos introducimos entre la piel y el muro para habitar los resquicios que nos conducen a las dolorosas aguas que sacian la sed del artista. El hombre es también un ser entreabierto que roe y devasta pero que necesita embriagarse con el peligroso líquido que moja las violetas bajo los cielos falsos.

La oscuridad que descubre el maquillaje del muro adherido a la piel que no aguanta nos trasmite su silencio interno, el silencio del cielo sin luna. Sumergirnos en la penumbra del muro es morir, casi, en manos del mundo, como un baño de mar a media noche.Domingo Díaz Vega con Rotura abre los límites de la sala al universo de la ensoñación poética, de la embriaguez y tal vez de la perversión y la locura. Hay panes de luz en la alacena debajo de los manteles, detrás de los paramentos, en las rendijas de las maderas. detrás de las paredes esta todo el mundo, pero antes de llegar a él debemos atravesar el universo del subconsciente que se encuentra entre lo interior y lo exterior y que configura la piel de las cosas. El color negro que deja ver el artista tras la piel que se dobla tiene profundidad y sombras en las sombras. La pared del museo parece adquirir la flexibilidad de una hoja de papel y en su curvatura no permite albergar pinturas ni dibujos. La pared en la sala no sirve ya de soporte para una imagen añadida porque ella ya es poética por si misma.[:en]SKINS

CLARA MUÑOZ

One Possible Route (Extract)

In the museum there are walls that can be bent and they incite us to go in for a walk. That’s what we can see when we observe the work called “Rotura” (Broken) by the artist Domingo Díaz Vega. In the shadow of the wall’s skin, we fall into small shelters, into the very heart of the space poetry. The half-opened wall reveals to us black stands of a magic scenery, the deep privacy of the wall whose skin doesn’t resist that much strain and fall down. In an inevitable fantasy, we introduce ourselves between the skin and the wall to live in the gaps that drive us to the painful waters that quench the artist’s thirst. The man is also a half-opened being who gnaws and devastates but who needs to intoxicate himself with the dangerous liquid that wets the violets under the false skies.

The Darkness that discovers the makeup of the wall adhered to the skin that doesn’t resist or transmit to us the inner silence, the silence of the sky without a moon. Dive us in the wall’s darkness is like dying, almost, in the hands of the world, like a midnight swim in the sea. Domingo Díaz Vega with “Rotura” opens the limits of the room to the universe of poetic fantasy, to the rapture and maybe to the perversion and madness. There are breads made of light in the cupboard, underneath tablecloths, behind the face, in the gaps of the wood. Behind the walls is the whole world, but before getting there we have to go through the universe of subconscious which is between inner and outer that shapes the skin of things. The color black that the artist shows behind the bent skin has deepness and shadows in the shadows. The walls of the museum seem to acquire the flexibility of a sheet of paper and in its curvature doesn’t allow to house paints or drawings. The wall of the room is not good anymore to support an additional image because it is poetical in itself.[:]